Vamos a ser sinceros, si tu empresa fuera una persona, ¿sería esa que se sienta en la esquina de la fiesta esperando que alguien le hable? Pues es hora de que se ponga sus mejores galas y se convierta en el alma de la fiesta. ¿Cómo? Con una estrategia de comunicación externa que dé en el clavo. Venga, que te cuento.

¿De qué va esto de la comunicación externa?

Imagina que tu empresa es como ese amigo que siempre tiene las mejores historias. La comunicación externa es básicamente eso: contar tus mejores batallitas (léase logros, valores, novedades) a todo el que quiera escuchar. Clientes, proveedores, inversores… vamos, a todo quisqui que pueda estar interesado en lo que haces.

Pero ojo, que no se trata de ir por ahí dando la brasa como un vendedor de aspiradoras de los 90. No, no. La cosa va de construir relaciones, de generar confianza, de que cuando alguien piense en tu sector, tu marca sea lo primero que le venga a la cabeza (y para bien, claro).

¿Y por qué debería importarme?

Mira, te lo pongo fácil. ¿Te acuerdas de ese chaval del insti que nadie conocía y de repente, en la fiesta de fin de curso, resultó ser un crack bailando? Pues eso es lo que una buena estrategia de comunicación externa puede hacer por tu empresa.

  • Construye tu imagen: Deja de ser «esa empresa que hace cosas» y conviértete en «LA empresa que todo el mundo quiere conocer».
  • Fortalece relaciones: Tus clientes pasarán de ser números en una base de datos a auténticos fans.
  • Atrae inversores: Porque, seamos sinceros, ¿quién no quiere meter pasta en la próxima gran cosa?
  • Gestiona crisis: Para cuando la cagues (que pasará, créeme), tengas un plan mejor que esconderte bajo la mesa.

Cómo montar una estrategia que no dé vergüenza ajena

Vale, ya te he convencido de que necesitas una estrategia de comunicación externa. Ahora viene lo bueno. ¿Cómo narices la montas? Tranqui, que te echo un cable:

  • Identifica a tu público: Y no, tu madre y tu perro no cuentan. Hablo de clientes, proveedores, inversores… Vamos, todos esos que pueden hacer que tu negocio despegue o se vaya al garete.
  • Elige tus canales: ¿Dónde se mueve tu gente? ¿Instagram? ¿LinkedIn? ¿El bar de la esquina? Estar en todos lados mola, pero estar donde está tu público mola más.
  • Crea mensajes que no den sueño: Si tu comunicación suena como el prospecto de un medicamento, vas mal. Busca ese punto entre profesional y colegueo.
  • Optimiza como un poseso: Que Google te quiera tanto como tu abuela. SEO, palabras clave, contenido de calidad… ya sabes, todo ese rollo.
  • Mide y ajusta: Porque lo que no se mide, no se mejora. Y si no mejoras, te comes los mocos mientras tu competencia se lleva el gato al agua.

Los protagonistas de tu película corporativa

Ahora bien, ¿a quién narices le tienes que contar tus movidas? Pues mira, aquí van los sospechosos habituales:

  1. Clientes: Los que pagan tus facturas. Mímales, por favor.
  2. Proveedores: Esos que te salvan el cuello cuando necesitas algo para ayer.
  3. Inversores: Los que tienen la pasta y quieren ver cómo la multiplicas.
  4. Medios de comunicación: Porque salir en las noticias mola (si es por algo bueno, claro).
  5. Grupos de interés: Esos que pueden hacer que tu vida sea un paraíso o un infierno burocrático.

Canales donde tu comunicación fluye

Vale, ya sabes a quién le vas a dar la tabarra. Ahora, ¿cómo se la das? Aquí van algunas ideas:

  • Notas de prensa: Para cuando quieras parecer súper importante.
  • Newsletters: El arte de colarte en la bandeja de entrada sin parecer spam.
  • Redes sociales: Donde puedes ser profesional y hacer el ganso a partes iguales.
  • Eventos: La excusa perfecta para ponerte guapo y repartir tarjetas como si no hubiera un mañana.

Cómo crear mensajes que no den ganas de dormir

Ya tienes el público, ya tienes los canales. Ahora toca lo más difícil: decir algo que merezca la pena. Algunos trucos:

  1. Define tu rollo: ¿Cuál es tu mensaje clave? Que se entienda hasta con un cubata de más.
  2. Sé un loro (pero con estilo): Repite tu mensaje en todos lados, pero adáptalo. No es lo mismo Twitter que una memoria anual.
  3. Encuentra tu voz: ¿Eres el graciosillo de la clase o el empollón? Decide y mantente fiel.
  4. Coherencia, mi amor: Que tu mensaje y tu marca vayan de la mano como Pili y Mili.

En fin, que comunicar no es solo hablar por los codos. Es un arte, una ciencia y, a veces, un dolor de cabeza. Pero si lo haces bien, puede ser la diferencia entre ser el próximo gran éxito o el secreto mejor guardado de tu sector.

Y si después de todo esto sigues pensando que la comunicación externa es un rollo, igual deberías plantearte dedicarte a la cría de caracoles. Aunque, pensándolo bien, hasta los caracoles necesitan una buena estrategia de marketing. ¿Te animas a darle una oportunidad?

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